sábado, 5 de julio de 2014

La isla que prefieren los pájaros, de Vanesa Pérez-Sauquillo



En las últimas entregas de Vanesa Pérez-Sauquillo se advierte una fusión de las distintas vetas que coexisten en su obra poética: el calado simbolista y la trama narrativa, el verbo sentencioso y la plasticidad visual, la corteza anecdótica y el meollo trascendente. Si Climax Road reinventaba la iconografía norteamericana de la generación beat, La isla que prefieren los pájaros nos traslada a la abrupta geografía irlandesa como decorado de un viaje que ―como todos los viajes que valen la pena― supone también una aventura cosmovisionaria. Aunque este es un libro de atmósfera envolvente, los logros de Pérez-Sauquillo no se limitan a la pincelada efímera ni a la decoración de exteriores. Hay en estas páginas una suerte de filosofía moral que se va desplegando a través de secuencias cortas que funcionan como fábulas sin corolario o como máximas mínimas. La exaltación de la naturaleza viva frente a la lengua muerta del consumo, la denuncia de los árboles accesorios que nos impiden ver el bosque sustantivo, o la crítica del horror vacui en el que hemos convertido la convivencia (“Huecos por los que el hombre // también // asfixia al hombre”) cristalizan en un réquiem por los excesos de la civilización y en un elogio de la intemperie. Más allá del ecologismo bienintencionado, la autora reivindica un lenguaje capaz de transformar la languidez del vistazo en la fuerza de la mirada: “El paisaje / nos sale de los ojos”. La inteligente deslexicalización de frases hechas, la rotundidad apodíctica de los versos y la versatilidad en el manejo de las formas breves (para muestra, un haiku: “Piedra limpia de barro. / Desde la rama / el muro es un camino”) dan prueba de la riqueza de un volumen donde las metáforas aéreas alternan con los grávidos hallazgos. Si John Donne escribió que ningún ser humano es una isla, y Simon y Garfunkel no dudaron en enmendarle la plana, Pérez-Sauquillo opta por el sabio término medio: “Seremos isla, algunos días, / pero la isla que prefieren los pájaros”. No se pierdan este libro de una intensa y rara belleza, que dice cosas profundas con apariencia de levedad.


Una versión abreviada de esta reseña ha aparecido en el suplemento "Babelia" del diario El País,
 el 5 de julio de 2014

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