jueves, 25 de julio de 2013

La poesía, día a día



En su estudio sobre “El diario íntimo y el relato”, Maurice Blanchot afirmaba que el primero de esos géneros solía presentarse de un modo engañoso. Bajo la apariencia de una escritura libre, desprendida de adherencias retóricas y permeable a los impulsos de la prosa cotidiana, se escondía una cláusula terrible: la dictadura del calendario. El sometimiento a los imperativos del orden cronológico ha supuesto una tiranía excesiva para los poetas, cuyo tiempo no se cuenta por horas, minutos o segundos, sino por sílabas, acentos y hemistiquios. A partir de esta premisa se ha asumido que el diario poético es una modalidad puramente virtual, sin más anclaje referencial que un disperso registro de constantes vitales. Se diría que todo libro de poemas tiene algo de diario, pero nunca en grado suficiente como para legitimar el estallido de un nuevo Big Bang en la galaxia Gutenberg.
            Sin embargo, basta con echar un vistazo a la literatura del siglo XX ―ese gran almacén de trapero― para desmentir tal hipótesis. Aunque no atiendan con rigor prescriptivo a la correspondencia entre el devenir temporal y la evolución psicológica del personaje-autor, en la poesía española abundan los diarios: hay diarios viajeros (Diario de un poeta recién casado, de Juan Ramón Jiménez), diarios testimoniales (el estremecedor Diario de Djelfa, de Max Aub), diarios íntimos (Páginas de un diario, de Eloy Sánchez Rosillo; Diario cómplice, de Luis García Montero; Diario abierto, de Dionisia García), diarios paródicos (Diario de un poeta recién cansado, de Jon Juaristi), y hasta diarios de incógnito (¿qué otra cosa son Cancionero y romancero de ausencias o Poeta en Nueva York?). En algunas ocasiones, el diario en prosa se convierte en el margen de la página o en la nota al pie que permite decir las cosas que no se dijeron en los versos, como certifican los dietarios de Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma o José Antonio Gabriel y Galán. Y otras veces, en fin, el diario construye una arquitectura monumental que no puede subordinarse a las demás facetas creativas de un escritor: así, el Salón de pasos perdidos de Andrés Trapiello ilustra de manera ejemplar una saga / fuga hacia territorios novelescos y ensayísticos.
            Dos libros recientes reivindican una condición miscelánea que conecta con el proyecto artístico y personal del diario, ese caos ordenado que aspira a reflejar la imagen de un rostro. En Insumisión (Madrid, El Vaso Roto, 2013), Eduardo Moga reanuda la empresa acometida en Bajo la piel, los días (2010). Como en aquel libro, los retazos narrativos, las reflexiones metaliterarias y las viñetas sociales se engarzan con naturalidad en la cadena de montaje del discurso. Además, la inserción de fragmentos poéticos (o de poemas fragmentarios) contribuye a una ambición de escritura total, sostenida en una textualidad palimpsestuosa y movida por una honda vibración existencial. Por su parte, Vistas y panoramas (Zaragoza, Eclipsados, 2013), de Carlos Alcorta, oscila entre las densas iluminaciones y el juego de correspondencias. Más allá del apunte paisajístico, de la écfrasis pictórica o de la mirada sin dueño que anota los prodigios cotidianos, Alcorta acierta a transmitir una áspera emoción y una filosofía serena. “He transformado mi pasión por la poesía en una fórmula que me impide apasionarme por la vida”, leemos en “El valor de un secreto”. No obstante, el voyeur que se asoma al interior de un diario sabe que no se puede establecer una auténtica escisión entre poesía y biografía. Discutido y discutible, el diario poético transforma la machadiana “palabra en el tiempo” en fe de vida, razón histórica y conciencia crítica.

(Publicado en el suplemento “Arte y Letras” del diario Información, el 25 de julio de 2013)

viernes, 12 de julio de 2013

MALOS TIEMPOS PARA LA ÉPICA en La Central


El próximo martes, 16 de julio, a las 19.30 h., presentamos en La Central de Callao MALOS TIEMPOS PARA LA ÉPICA. Intervendrán Alberto Santamaría, Antonio Lucas, Carlos Pardo y un servidor. Si andáis por Madrid esos días y os apetece pasaros por allí, os garantizamos una cordial bienvenida.