miércoles, 13 de febrero de 2013

Fumata gris


En efecto, los efectos de la crisis (de fe) son devastadores. Primero despidieron a la mula y al buey, y ahora dimite el jefe de todo esto. Por menos, García Lorca y Ben Clark pusieron el grito en Roma, y a Dan Brown le echaron encima la guardia vaticana. Reconozco que los cónclaves secretos y los sahumerios papales tienen un no sé qué de intriga jamesbondiana que no me acaba de convencer, tal vez porque la escenografía Sixtina resulta ya un tanto manida y déjà vu. Además, por culpa de Nostradamus, acabamos viendo con recelo a los papables afroamericanos, y no porque uno piense que la Mitra es incompatible con algún tipo de pigmentación (más bien, ya va siendo hora de que los agnósticos caucásicos dejen paso a los representantes de otras latitudes con mayor número de fieles por metro cuadrado). En fin, mal momento ha elegido el líder espiritual para dejarnos. Con media Europa en números rojos y la otra media poniendo sus cuentas bancarias a remojar, solo nos faltaba un sarpullido milenarista. PD: Ayer leí que hay una posibilidad entre 40000 de morir aplastado por un meteorito. Como diría el señor Chinarro: “me metió el miedo en el cuerpo, ya ves”.


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